Todos sabemos lo que es la espalda. Pero, no le hacemos mucho caso….hasta que nos empieza a doler.

Cuando hablamos de la espalda, todos sabemos a qué nos referimos. La espalda va desde la base del cráneo hasta la parte inferior. Simplificando, es nuestra “parte posterior”.

Básicamente, la espalda nos sirve para mantener el cuerpo y permitir su movimiento, contribuye a mantener el centro de gravedad estable, tanto en reposo como en movimiento, protege la médula espinal gracias a unos huesos muy fuertes y sostiene el peso del cuerpo por medio de unos músculos poderosos.

Habitualmente, no le solemos hacer mucho caso. Está ahí y hace lo que tiene que hacer. Pero, un buen día, nos levantamos y nos empieza a molestar. Y, es aquí cuando debemos hacerle caso y no dejar que esa molestia vaya a más.

El dolor de espalda puede venir por muchos motivos; la mayoría de ellos suelen ser por malas posturas o por hacer esfuerzos durante mucho tiempo. Lo más normal es que sean contracturas musculares, que si se agrava puede desembocar en el síndrome miofascial, que es un tipo de contractura más severa en la que se forman nódulos de tensión dentro de los músculos.

Otros motivos por los que nos duele la espalda pueden ser por traumatismos directos (golpes), lesiones deportivas o por una forma anómala de la columna, más conocida como escoliosis, que no es más que una desviación de la columna de su eje normal.

Si profundizamos un poco más en el dolor de espalda, la afectación de las raíces nerviosas intercostales y lumbares también puede causar molestias (neuritis intercostal), así como la compresión de los nervios provocado por hernias discales o la espondilitis.

Es recomendable no “dejar pasar” el dolor de espalda mucho tiempo (más de 6 meses), porque un dolor puntual puede convertirse en crónico y requerir cirugía si no se coge a tiempo.

El papel de la fisioterapia en el tratamiento del dolor de espalda es el de reducir el dolor y mejorar la capacidad funcional, para que el paciente, pueda seguir con su vida normal lo antes posible. Dentro de las muchas técnicas que se puede utilizar, lo primordial es un buen diagnóstico lo antes posible. Una vez identificado el motivo del dolor, el fisioterapeuta aplicará la mejor técnica, que puede ir desde ejercicios específicos hasta ultrasonidos.

Por último, es importante saber que la fisioterapia tiene un papel preventivo de cara a mejorar la capacidad del paciente para detectar su dolor de espalda y evitar que éste aparezca de nuevo.

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